Cine y política: Pennyweis 1990; It (Eso) | Por Marcos Cáceres
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Dialogo parafraseado, extraído del film: El payaso Pennywise muestra un globo amarillo al niño con quién se encuentra, y se miran a través de una cloaca cuándo éste busca su barquito de papel que se ha hundido en el sumidero
– Hola Georgi… No vas a saludarme? Aquí tengo un globo para ti
-No, no debo aceptar regalos de extraños
-Soy Pennywise, y tú, eres Georgi, ya nos conocemos, está bien?
-Hueles eso, Georgi, el circo, lo hueles? Hay en él, palomitas de maíz
-Si, palomitas, siii
-Pop… Las palomitas explotan, y hacen pop
(Ríen)
-Siii, eso hacen
-Pop pop pop, ¿así? Pop pop, ríe, anda Georgi, ríe, las palomitas, hacen pop, pop pop.
-Es que debo irme
-Pero tu globo, Georgi, no lo olvides…
-el globo flota?
-Si, todos flotan, Georgi, toooodos flotan

El primer film It (eso) de 1990 fue basado en una novela de Stephen King, en la cual, It, se llama así porque es una entidad maligna y cuasi alienígena, que despierta cada tantos años de su hibernación y toma diferentes formas según los temores de sus presas, por eso, para los niños (Y hoy ya para la cultura), es un payaso (Pennywise). Pero sobre todo, It, es una entidad confundible hasta con un Dios maligno y lleno de odio.
El primer film, se estrena en 1990, en el arranque -y auge- de la globalización ¿Ésta última palabra tiene sonido conocido, que no?
El concepto fue acuñado para referir específicamente al posicionamiento del Neoliberalismo en muchos países del mundo, pero en especial en América Latina (En Argentina gobernaba Menem, paladín de éste proceso).
Los ideólogos celebraban la globalización como el gran fenómeno social, que venía acarreando culturas diversas, y economías múltiples, ensambladas e interconectadas gracias al boom de internet. Pero lo que ocultaba ésta globalización (globo) era que la intromisión de ésta herramienta -internet- transformaría al mundo en su forma de trabajo, pero lo desfiguraría: La metamorfosis sería para los diferentes sectores sociales, muy, pero muy despareja.
Marx postulaba que si cambia el modo de trabajo, cuál si fuera un eje, al rededor de él, el resto de la sociedad girará y se irá transformando. Sin embargo cuando ésto llega gracias a las puertas abiertas de América Latina, bajo el gobierno de pocos, la herramienta es, en primera instancia, localizada e instalada en focos urbanos de altísima densidad poblacional. Así, la distribución de ésta herramienta se propagaría despareja, y en su devenir haría calamidades, con respecto a que, en tanto dueños de un baluarte tecnológico, las élites serían los primeros en acceder al conocimiento y manipulación de ésta, y eso llevaría consecuencias al resto, que digamos, mal y pronto, constituyen una enorme mayoría.
Ya lo decía un escritor de ciencia ficción William Gibson: “el futuro ya está aquí, pero distribuido de forma despareja”
En Argentina estamos despidiendo un gobierno, que basó sus primeros pasos de campaña y gestión en: la alegría, la idea de que “deberíamos ser felices por ley”, colores y mucha fiesta, luces, música –de la más chata y centralista– que llegó de la mano del Chano “noche mágica ciudad Bs As”
Sin embargo, la fiesta, la alegría, y el clamor del festejo, volcaban a muchos en la Argentina, los dejaba sin aire y mirando boca arriba: culminando la simbolización del proceso -aunque no crean- en su icono: viendo volar los globos amarillos de una campaña inflada.
Si, esos mismos que son iguales al que está en la foto y se escucha durante el diálogo en la película.
Pero había que tener cuidado
¿Por qué?
–Porque los globos, querido Georgi, al igual que las palomitas, huelen a circo, son parte del circo.
–Todos flotan, Georgi, toooodos flotan. Y al final, todos hacen plop, plop, plop.
Y revientan

Marcos Cáceres (28 años). Reside en Sáenz Peña Chaco. Estudiante de narrativa, periodista independiente, lector aficionado.