Atacan
Opinión PolíticaPor Cristian Muriel
Mauricio Macri es citado a indagatoria para este jueves por el juez federal de Dolores Martín Bava en el marco de la causa de espionaje ilegal a familiares de las víctimas del ARA San Juan. El magistrado también le ordena no salir del país. Pero Macri sale igual.
Desde Miami tuitea que durante el primer semestre del año que viene participará de una cátedra en el Adam Smith Center for the Study of Economic Freedom, en la Florida International University, un think tank creado en abril de este año. “Será un honor”, dice. Va a andar poco por el país.
Imposible no comparar su desprecio por la Justicia con la actitud de Cristina Fernández de Kirchner, que entre 2016 y 2019 cumplió con decenas de requerimientos judiciales, y en diciembre de ese último año llegó a encarar ocho indagatorias en una sola jornada. Y para salir del país y visitar a su hija enferma pidió permiso a la Justicia.
Imposible, además, no pensar que mientras Macri se ocupa de “compromisos internacionales” a 16 mil kilómetros del juzgado federal de Dolores, su exasesor judicial, el parlamentario del Mercosur Fabián “Pepín” Rodríguez Simón, está prófugo en Uruguay, con pedido de captura internacional, alegando ser un perseguido político.
La misma prensa que se pasó cuatro años llenando páginas y horas de tele con topadoras, fotocopias y “la ruta del dinero K”, desde principios de agosto no habla de Pepín, no habla de espionaje ilegal, no habla de Pandora Papers. Habla de otras cosas. Y de otra forma.
En el proceso de aggiornarse a la lógica de las redes sociales, la tele y los diarios nacionales aprendieron a banalizar la realidad hasta darle a cualquier noticia un valor independiente de su contenido, construyendo espontáneas corrientes emocionales que promueven la risa histérica, la furia desencajada y algún apacible momento de solidaridad compartida. Por eso los descubridores del agujero del mate ahora dicen que el voto es emocional.
Como todos los temas se pueden tratar con la misma informalidad y desenfado (tanto es así que los programas políticos son conducidos por periodistas deportivos o de espectáculos, o por la nieta de Mirtha, y los analistas políticos a lo sumo trabajan de panelistas), en el mismo lodo, sin orden aparente, se suceden el inquietante mensaje en Facebook de la mujer que mató a su ex de un ladrillazo, el abogado Pablo Lanusse denunciando a los “jueces militantes”, la inauguración de una canilla en Charata, María Eugenia Vidal explicando que dejaron sin quórum la sesión para “parar el atropello del kirchnerismo y La Cámpora”, y así.
Y aquí me quiero detener un instante: para los grupos económicos que conducen el conglomerado opositor y sus instrumentos de propaganda, las instituciones son o una herramienta o un obstáculo. Si ayudan a perseguir a sus enemigos y a conseguir sus propósitos (v.g. cárcel a Boudou, pago a fondos buitre, megaendeudamiento) son una herramienta y promueven su independencia y operatividad; si les limitan los movimientos (indagatoria a Macri, agenda legislativa adversa) embisten contra ellas, las boicotean, las descuartizan.
La táctica es generalizada y transversal. Por eso el radicalismo en Chaco tumbó cinco sesiones ordinarias, igual que sus pares en el Congreso para no debatir la ley de etiquetado frontal de alimentos. Para poder sesionar, en el Congreso y en el Chaco, exigen cambiar el temario y poner sus propios proyectos delante.
Como no quieren ser investigados ni juzgados atacan a la Justicia. Como no quieren perder una votación atacan a la Legislatura. Como no quieren que gobierne el peronismo, atacan a la República. Lo que está sembrando esta gente realmente asusta.