3 de octubre de 2023

El cuerno de la abundancia

Opinión Política Provinciales

Por Cristian Muriel

En 2021 Jorge Capitanich fue uno de los seis gobernadores peronistas que ganaron las legislativas, y uno de los únicos dos que dieron vuelta los resultados de las PASO. En esos comicios el bonaerense Axel Kicillof perdió con Juntos por el Cambio haciendo un aporte fundamental a la sangría de casi cuatro millones de votos cedidos en dos años de default y pandemia.

Pero si hoy hubiera una interna nacional abierta del FdT en la que participaran ambos jefes de Estado, sin un mecanismo de proporcionalidad Axel le ganaría por paliza a Coqui, porque es imposible poner en igualidad de condiciones a una provincia con casi cinco millones de electores y a otra con 970 mil.

Tampoco se puede achicar esa asimetría regional con un “candidato de los gobernadores” como si Argentina tuviera un sistema de colegios electorales alla americana, algo que hoy Jorge Capitanich se encargó de aclarar en una entrevista con AM Del Plata en la que reconoció, como otras veces, su ambición presidencialista.

Para el chaqueño, ni Juan Manzur, actual jefe de Gabinete, representa a los gobernadores, ni existe un gobernador, incluido él mismo, que pueda ser depositario del aval de todos sus pares. De hecho el Consejo del Norte Grande podría describirse con la célebre frase de Lord Palmerston: “No tenemos aliados eternos, y no tenemos enemigos perpetuos. Nuestros intereses son eternos y perpetuos, y nuestra obligación es vigilarlos”.

La interna parece una quimera, pero por el camino que sea Capitanich quiere ser candidato en 2023, y no le falta confianza: “Es necesario que cuando uno decida, vaya para adelante. Yo siempre transmito lo siguiente: ‘para ser presidente como para ser gobernador o para ser candidato a algo no hay que pedir permiso’”. El dato debiera sacudir el avispero de la política vernácula.

Tampoco queda claro en dónde está parado excepto con respecto al macrismo, al que denosta con números palmarios. Pero dentro del FdT, cuando parece que está más cerca de Alberto que de Cristina y toma distancia del portazo de Máximo, hace un análisis acre del acuerdo de Guzmán con el Fondo y augura tempestades. Quizás ese sea el juego: ofrecerse como puente entre ambas posiciones cada vez más irreconciliables, por si finalmente se opta por el viejo y peludo “consenso” y la siempre fiel “unidad”.

No es nuevo que Capitanich exponga sus ganas de ser presidente. Lo nuevo es la franqueza con la que este lunes describió la actitud política necesaria para encarar el desafío: “Para ser candidato a algo no hay que pedir permiso”. Es como si hablara con los dirigentes que lo demonizan en secreto pero, aferrados al cuerno de la abundancia, no se animan a desafiarlo en la arena política.