¿Y después?

Opinión Política Provinciales

Por Cristian Muriel

Si Jorge Capitanich gana las próximas elecciones, serán los últimos cuatro años de su segundo ciclo al frente del Ejecutivo provincial. En 2027 no podrá volver a ser gobernador… pero será presidenciable. Y si llega, con 63 años será el más veterano de los presidentes desde el retorno de la democracia.

Coqui sabe que el tiempo apremia. Por eso el debate lo da a partir de ahora. El libro “Argentina Merece Más”, presentado este sábado, es su hoja de ruta para sacar el país adelante, un programa desarrollista que viene exponiendo desde hace tiempo y que le permite seguir en la pomada.

Y ya se sabe: es mejor ofrecer un programa que no tener ninguno y ceñirse al programa del Fondo, como hace el presidente Alberto, que mientras ajusta dice: “Argentina necesita terminar con los desencuentros y recuperar la paz”.

Hasta el Papa se escandaliza por los niveles de pobreza y recuerda que “teníamos una red ferroviaria impresionante, ¡teníamos fábricas de aviones!, y hoy importamos durmientes”.

Pero no nos vayamos por las ramas.

Siempre asumiendo que gana en septiembre, el “fin de ciclo” de Capitanich tantas veces profetizado por el radicalismo no llegaría por una derrota electoral sino por una particular alineación del calendario y la Constitución, en 2027.

Eso sí: mientras gobierne el Chaco deberá familiarizarse con su condición de “pato rengo”. Y es aquí donde propongo detenernos un momento.

Liderazgos como el de Perón y el de Cristina carecieron de las “efectividades conducentes” tantas veces mentadas, por la contumacia de unos y la picardía de otros, porque el enemigo también juega, y porque esas personalidades luminosas no pudieron aceptar su propia finitud, que llevaron al peronismo a la derrota y al país al caos.

Nada indica que el legado de Capitanich vaya a subsistir a partir de 2027, porque si hay algo que no sucedió en torno a Jorge Milton en todos estos años fue la emergencia de liderazgos alternativos.

Dejemos que la pregunta la responda Perón: “Los conductores nacen, y aquel que no haya nacido, sólo puede acercarse al conductor por el método. El que nace con suficiente óleo sagrado de Samuel no necesita mucho para conducir; pero el que no nace con él, puede llegar a la misma altura por el trabajo”.

Para encontrar una continuidad natural hay que salir del “coquismo”, incluso del peronismo, e ingresar a ese espacio nebuloso y contradictorio que es el “gustavismo”. Gustavo Martínez, que en 2027 va a tener 53 años, por historia, trayectoria, militancia, construcción y conquistas es el heredero. No hay nadie que, con pergaminos parecidos, haya llegado tan lejos. Tanto es así, que su peor enemigo es él mismo, como lo ha demostrado estos casi cuatro años al frente de la capital chaqueña.

Los demás aspirantes están cortados por la misma tijera que los radicales noventistas que sobrevivieron “prendidos por el saco de Ángel”: Hugo Maldonado, Carim Peche, Luis Verdún, Marita Barrios, y los que dejaron testimonio durante los años sobrevinientes atornillados a sus bancas hasta que se les borró la raya del culo.

El “coquismo” está lleno de dirigentes que esperan pegar el salto. Desde 2007 están alertas. Y como la escultura de Boucher de los atletas llegando a la meta, parece que se mueven pero no hacen nada, están rígidos atrapados en su prisión de bronce. Sepan perdonar los técnicos que se rompieron el traste laburando y los militantes que destartalaron sus vehículos en el territorio.

El “coquismo” nos deja, a meses vista de una eventual y perentoria segunda reelección, una incógnita gigantesca de cara a 2027: si no es Gustavo, ¿entonces quién?