1 de diciembre de 2023

Mientras doblan las campañas

Opinión Política Provinciales

Por Cristian Muriel

Hay un relativo consenso entre los vatos respecto a que la campaña del gobernador Capitanich para su reelección no estaría transitando un camino muy meditado. Zigzaguea, va y viene, a veces ni va ni viene. En vista de aquello de que “en el último mes de campaña se define el voto”, se diría que llegó la hora de ponerse las pilas.

Fórmulas de instituto terciario para persuadir a la opinión pública de la sensibilidad del mandatario, como “ir a los barrios a escuchar demandas” en lugar de “bajar al territorio a explicarlas” (eran la hoja de ruta de los publicistas del massismo en 2015) conviven con el meme de un Coqui todopoderoso, vestido de Maradona o Messi, bien machirulo, con el eslógan “Donde manda capitán…” que remite al fallido operativo retorno de la UCR de 2007 -“Con la fuerza de Rozas”-, pero, peor, que parece olvidar que estamos acá por un femicidio.

No hay ningun eje. Eso digo. Cada que una serie estadística arroja un dato como la gente, arranca un nuevo operativo papel picado. El vocero oficial Juan Manuel Chapo, como si lo guionara Santiago Pérez Pons, decía esta mañana: “La evolución positiva del salario docente es resultado de las políticas de este gobierno”, dato circularizado ya ayer domingo para que entendamos lo bien que están las seños aunque no se den cuenta.

Los docentes pueden ser un montón de cosas pero no son boludos. Y la cláusula gatillo no es el agujero del mate. Sabemos que la inflación no depende del gobierno provincial, pero la lucha de los docentes -y los policías y los enfermeros- hace años es contra la pobreza, y es ahí donde esperan respuesta. Nadie le pide a Capitanich que pare la inflación ni le reclaman por el 6 a 1 con Bolivia.

Hasta yo leí, por recomendación de un amigo, “El arte de ganar” de Jaime Durán Barba: “La obra realizada refuerza la credibilidad, pero para ganar debe haber una oferta que permita soñar en el futuro”. Media pila viejo.

La no-política

Este domingo Leandro Zdero festejó el Día de la Independencia en Misión Nueva Pompeya, donde un intendente amigo le permitió ponerse el traje de jefe de Estado por un ratito y le prestó un caballo para sacarse una foto vestido de gaúcho.

La verdadera amenaza que representa Zdero no es el discurso de la no-política o la anti-política, sino la absoluta ausencia de política. Porque, ¿qué hay cuando no hay un plan de gobierno? Hay un plan de saqueo.

Lo que subyace el alegre vacacionar perpetuo de este diputado que habla como si de verdad laburara, es su complicidad más o menos consciente con un montón de capullos que quieren entrar al Estado a arrasar con todo. Pero a nadie le importa. Al menos no a esos capullos. No hay un sólo radical que le exija un programa.

Zdero sonríe, sombrero en mano, montado en su caballo negro. Lleva un pañuelo al cuello, una indumentaria exótica para su naturaleza ultra-urbana. No es un hombre de campo, pero el símbolo entusiasma. “¡Este sí va a poner las cosas en su lugar!”, dice un señor desde la vereda.

El simpático vendehumo levanta el brazo y saluda. A fin de cuentas, si nos van a tomar por boludos, al menos este flaco nos está tomando por boludos por primera vez. Los que dicen que ganamos unos sueldos increíbles nos vienen tomando por boludos desde hace rato.

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La esperanza de ganar las elecciones para que no gane el saqueo implica hacer política, que es el único lenguaje que entendemos los peronistas. Y si hay algo de lo que se puede jactar Jorge Capitanich, a diferencia de su adversario, es de haber transformado esta provincia haciendo política. Más vale que se apure.