1 de diciembre de 2023

Rumbo a lo desconocido

Opinión Política

Por Cristian Muriel

En cuestión de meses, el peronismo chaqueño se redujo a su mínima expresión, como cuando Ángel Rozas manejaba los tres poderes del Estado a control remoto. La diferencia es que el radicalismo y Milei todavía no empezaron a gobernar.

Igual que en esa etapa de incertidumbre, la derrota de este domingo debería ser leída como el resultado de muchas cosas que salieron mal, y muchas que se hicieron mal pese a las señales en el camino. La autocrítica tendrán que hacerla los responsables mientras el pueblo transite un viaje de cuatro años a lo desconocido.

A modo provisional diré que el desastre general, la crisis, el precio de la luz y de los tomates no se le pueden endilgar a Jorge Capitanich, que ya había perdido en primera vuelta por casi cinco puntos. El desastre fue consecuencia del endeudamiento macrista, de la pandemia, de la sequía, a veces de cuestiones estructurales, otras estacionales y a veces de aprietes de los sectores concentrados de la economía. También, desde ya, fue resultado de la escandalosa falta de determinación de Alberto Fernández para enfrentar a los poderes fácticos.

¿Entonces a quién iban a responsabilizar los chaqueños, ávidos de escarmiento, de vindicta pública? Después de haber ganado en la primera vuelta nacional por 113.366 votos, Sergio Massa terminó perdiendo en el balotaje por 988. En concreto, este domingo obtuvo 41.074 votos más que en la primera vuelta, pero Milei absorbió el 90.49% de los votos de Juntos por el Cambio. Sólo 16.328 de los votos radicales le dijeron que no a Javier Milei.

Como contraste y con la misma crisis pero impactando en un distrito de 17 millones y medio de habitantes, Axel Kicillof, en la vorágine de la primera vuelta nacional, ganó Buenos Aires por más de 18 puntos. No hay una manera delicada de decirlo: acá se entregó un bastión peronista.

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Lo primero que va a necesitar Leandro Zdero para gobernar es coparticipación. El ostensible trabajo de fiscalización del aparato radical durante las elecciones hace pensar que el gobernador electo tiene asegurados los sueldos de diciembre y el aguinaldo. Que sabe que Milei “no cambiará nada de lo que está bien”.

Pero ¿qué compromiso pudo haber firmado Zdero que lo deje más tranquilo que la continuidad institucional que le garantizaba Sergio Massa? ¿Cómo se imagina que los chaqueños pasarán las fiestas? ¿Cómo espera mantener la economía a salvo de las promesas del nuevo gobierno? ¿Cuáles promesas son las que valen? ¿las ‘motosierra style’ o las no-voy-a-hacer-lo-que-dije-que-iba-a-hacer? ¿Qué videíto es más conveniente?

De los bocinazos y festejos de la noche del domingo se colige que los votantes de Milei no creen que la motosierra libertaria se vaya a meter con sus salarios. Piensan que lo que se va a serrar es el gasto político, la fiesta de la casta, los planes sociales y los impuestos, en un inexplicable combo que destrabará el crecimiento patrimonial individual meritocrático eliminando en un solo acto virtuoso los cortes de calle, las elevadas tarifas y el calor.

Esto, a pesar de que Milei es enemigo jurado del trabajo improductivo en el sector público, y de que muchos de los que tocaban bocina anoche eran o empleados públicos, o comerciantes y cuentapropistas que viven de lo que esos empleados gastan todos los días.

Me consta que muchos de esos votantes apoyaron a Milei con la irresponsable tranquilidad de que no hará todo lo que dijo que va a hacer porque la Constitución no se lo permite. Esa desconexión entre lo que votaron y lo que creen que votaron más temprano que tarde les estallará en las manos.

Entonces, ¿qué recorte del gasto estará dispuesto a avalar Leandro Zdero en un inminente nuevo pacto fiscal para que el presidente Milei le mande los fondos para pagar los sueldos desde diciembre? ¿Qué tendrá que armonizar? ¿Qué votos tendrá que comprometer en el Congreso?

Más aún -y esto es algo que no tiene que ver directamente con lo que decida Milei-, ¿qué va a hacer Zdero con las empresas públicas de agua y luz, y con el sistema de previsión social, deficitarios, endeudados y con costos operativos tan altos que han tenido que ser auxiliados a perpetuidad por el Estado para no quebrar y garantizar servicios básicos a más de un millón de usuarios? ¿Cómo prevé Zdero su “optimización” sin que esto impacte en nuevos aumentos de tarifas?

Como cualquier gobernador electo, Zdero hereda activos tóxicos y una cartera de clientes de la que no se puede desprender, aunque los votantes soliviantados por el rayo mileizador así lo crean. Los recibió sin beneficio de inventario.

A ojos vista, el plan de Capitanich con Sameep, Secheep y el Insssep parecía tan razonable como puede ser un plan en la Argentina: mantenerlos funcionando enchufados a un respirador, brindando los mejores servicios posibles mientras la economía provincial despegaba, si es que se la podía hacer despegar. Sanearlos no era una opción. Ahora, quien decida armonizarlos, cerrarlos, achicarlos o privatizarlos, tendrá que dejar en la calle a miles de trabajadores, que transmutarán en ‘entrepreneurs’ y podrán, por fin, ser sus propios jefes.

Respecto al plan con la “cartera de clientes” -léase movimientos sociales- nunca estuvo del todo claro si incorporarlos a la economía popular, al mundo del trabajo en blanco, si tratarlos con dureza o infinita ternura. Capitanich no sabía realmente qué hacer con ellos, nunca estaban conformes. Y Zdero tampoco sabe qué hará. Por lo pronto, intentará dialogar, acercar posiciones, siempre en la hipótesis de que seguirá habiendo flujo de fondos para planes y becas.

La política es el arte de administrar privilegios. ¿Derechos? Nah, esa palabra quedó demodé.